Llueve. Comienza suave, lento
como lágrimas. Gotas simples que humedecen, que te mojan sin darte cuenta. Llueve
en la ciudad. Se pinta de gris; la ciudad es para el sol; se pone melancolica,
se hace tanguera. La lluvia no es para una ciudad. Se descubren muchas baldosas
flojas, los baches de las calles, que los automovilistas no disminuyen la
velocidad y salpican. La lluvia hace llegar a la gente mojada y nadie quiere
llegar asi. La lluvia es incomoda en la ciudad.
Llueve. Comienza suave, lento
como lagrimas. Llueve en el bosque. No están las sombras del sol, ni los
reflejos dorados. Todo brilla en los distintos tonos verdes, marrones. Todo
brilla y la lluvia suave invita al paseo. Aun en el barro. Se disfruta de
caminar, de mojarse. La gente no se enoja, no se fastidia. Simplemente
disfruta.
Llueve, ahora intenso. Se
protesta si hay que salir a la calle, todos renegando, pidiendo que deje de
llover de una vez. La gente corre, se apura. Un hombre sale apurado a la calle; sale como si estuviera en el bosque; solo. Sale impetuoso y se choca a una
anciana; ella cae; el quiere levantarla y seguir su camino mientras rezonga por
dentro: “para que se cruzo en mi camino esta mujer”. Una señora ayuda, un
muchacho retiene al hombre que no sabe como hacer para irse. La abuela en el
piso. Todos se mojan, yo me mojo. Estoy ahí, a pocos metros. Llamo al 911 pido
una ambulancia; la anciana sigue en el piso; ¿porque no tendré un paraguas?
Ahora llueve mucho. Me estoy empapando y la chica del 911 que me pide el nombre
de la abuela para enviar la ambulancia y la señora que grita porque no viene la
asistencia. El muchacho casi acogota al hombre para que no se vaya. Traigan un
director de cine que tiene una escena genial. Logro convencer a la piba del 911
diciendole que la anciana es la tia de un político. Cinco minutos y llega la
ambulancia. Privilegios que le dicen. La otra mujer insulta a los paramédicos
por la demora. Bajan la camilla justo cuando la abuela se levanta. Esta bien.
Llega un patrullero. Piden datos del hombre. Llevan por las dudas a la abuela.
Me voy mojado, volviendo a casa, no puedo ir asi donde tenia q ir.
Llueve. Vamos por el sendero del
bosque, camino de tierra transformado en barro, arcilla blanda. El rio
tumultuoso a nuestra izquierda corriendo apurado a llevar cada gota al lago
donde desemboca. Resbalo, patino en la arcilla, de traste al barro y me deslizo
por el sendero derecho al rio. Siete metros mas abajo, lecho de piedras…..flor
de golpe me espera……las raíces me frenan, los arboles de la orilla me sostienen
e impiden que caiga. El bosque te cuida. Te conectas con él y esta a tu
disposición, es tu amigo. Me incorporo, seguimos la marcha a la cabaña. Llueve
en el bosque y es hermoso. Al llegar a la cabaña llueve mas intenso, esperó a que llegáramos, hasta el cielo es amistoso en el bosque. En la cabaña, chocolate
caliente y sentarse a ver como diluvia sobre la montaña. Solo podes relajarte,
reflexionar y meditar, te sentís uno con el universo, sos cada gota de lluvia,
sos cada piedra de la montaña. Uno es feliz en la lluvia.
Llueve. Regreso a casa. A tomar
mate, comer tortas fritas. En la ciudad no meditamos, comemos cuando llueve. No
nos sentimos uno con el universo, sentimos que nos estamos engripando. Que perdimos
la tarde. ¿La perdi?
Cuando regresaba a casa, recordé
el bosque y esa lluvia. Y compare….o simplemente descubri que la naturaleza se
lleva bien con la naturaleza y la ciudad no es natural…..es algo simétrico,
puras líneas rectas………donde hay una recta en la naturaleza?....aprendí que el
apuro solo te atrasa……la línea recta no es el camino mas corto……..sino el mas
difícil pues no existe, es un invento del hombre la línea recta.
El bosque es sinuoso, el rio
tambien, las montañas ondulantes………..no hay rectas pero si paz.
La ciudad es recta pero no tiene
paz.
Y ahora sentado. Recuerdo y
comparo y sueño. Sueño con el bosque, con el brillo verde y marron en la lluvia
y miro por la ventana y tengo el gris del asfalto, del revoque de la casa de
enfrente y cierro los ojos y miro en la cabaña y veo montañas, rio y bosque.
Y ese bosque mojado me hizo
imaginar los duendes y las hadas, y fue esa lluvia, esa gota que me hizo pensar en
que quizás fueron los duendes y las hadas volando entre las gotas de la lluvia quienes
vinieron a mi a sostenerme juntos con las raíces para no caer en el
rio…..alguien me sostuvo, duende o hada, fue un ser mágico y yo hoy en el
recuerdo a ese ser mágico lo traigo a la ciudad, a uno, a varios. Invoco a todos los seres mágicos del bosque a la
ciudad. Entonces la lluvia de la ciudad se llena de los polvitos mágicos de las
hadas y las gotas se hacen doradas; y la tarde ya no es inútil; y aun en el gris
y la melancolía, mi corazón se llena de paz.
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