Es
hora y no nos cansamos de repetirlo, pues vuestros oídos están cerrados,
taponados y nuestras reiteraciones son un taladro que intenta destaparlos.
Seremos duros y tenaces, pues aquellos que si escuchan, aun se dejan doblegar
por la mente. Por eso hermanos y hermanas repetimos: ES HORA. Es la hora del corazón.
Es hora de aceptar y aceptarse, de comprender al prójimo, de que cada uno es
como es, que muchos no pueden trascender este tiempo, que la mayoría debe
continuar su desarrollo con dualidad y alejados de la multidimensionalidad.
Les
hablamos todos los días, tenemos nuestros mensajeros entre vosotros y siguen
sin escuchar, sin entender ni aceptar que nada es como fue dicho, que lo que
les contaron fue una fabula para embaucarlos, para que no puedan despertar, que
la verdad solo es verdad si nace de un corazón lleno de amor.
La
primera demostración de que la luz anida en el corazón es la compasión, es
llevar a dar luz plenamente, es el deseo de solución de los dramas ajenos. Es
la renuncia a lo propio en pos del bienestar de todos. Es el amar al prójimo.
Es poner la otra mejilla. Es entregar la paz propia.
Tantos
siglos y nada cambia en el corazón y la mente humana terrena. Sin embargo el
universo siempre avanza, siempre trasciende y evoluciona, siempre en constante
crecimiento. Solo vuestras mentes se han detenido. Han cortado la línea que la
conecta al corazón. Pensáis y criticáis mucho, negáis demasiado y no aceptáis
nada. Queréis que los demás se comporten como tú decides, que todos caminen a
vuestro paso. Cada uno tiene su ruta. Toma tú la tuya y avanza, que esperar o
empujar a los demás no solo los detiene aun más, sino que te detiene a ti. No
te sientes a esperar, no dejes al universo para mañana, no hundas más tu alma
en tus pensamientos terrenales. Es la hora, es ahora. Es ya. Camina, camina un
paso por vez pero camina.
Ver
como están detenidos nos envuelve en una sombría pena, en un lamento doloroso.
Hermanos y hermanas ustedes están en la luz, son evolucionados, son faros, son
nuestro ejército amoroso. Están en la tierra para llenarla de luz, son los
mensajeros del amor. Del amor al prójimo, a la humanidad, al universo. Entonces
no oculten vuestra luz, no se cierren en pensamientos anulatorios, no duden ni
renieguen, no se ofendan ni cuestionen, no se apaguen ustedes mismos. Miren su lámpara
y denle mucho aceite para que ilumine todo el universo.
No
son los amantes del dinero ni del poder. No se dejen envolver por los que a
vuestro alrededor los inducen a la conquista de las materialidades. Den lo que
tienen pues nada precisan y mucho menos de un mundo que se muere. Ustedes son
el amor y eso es vuestro derroche, derrochen amor. Son las niñeras del nuevo
mundo.
Las
diferencias, las luchas, los desencuentros no conducen a ningún lugar, solo los
paraliza y esa inmovilidad le da fuerza a la oscuridad pues ustedes se apagan.
Que vuestros hermanos físicos, de sangre, que vuestras parejas, padres e hijos,
amigos y compañeros cotidianos no los comprendan, o los traten de alienados,
tontos o locos no deben frenarlos. Ninguna fuerza puede contra la magnitud de
vuestra luz
Hermanos
y hermanas, queridos compañeros de ruta, hace mucho aceptaron bajar y dar amor,
paz, luz y vida. Reconózcanse y acéptense y no discutan entre ustedes, no se
rechacen a si mismo ni al hermano que esta a vuestro lado en el mismo camino.
Sois una cadena y cada eslabón es fundamental. Así que vamos, adelante, a
penetrar las sombras, a que el mundo sea un día permanente. Sean el sol de la
noche. Vamos hermanos y hermanas; es la hora.
Los
amamos a todos y les damos nuestra paz en ayuda a vuestras almas, no rechacen
nuestra luz. Ustedes son dios en acción, son las manos y los pies, ojos y
labios del altísimo. A llenar de luz el planeta y de amor los corazones.
En
nombre del Maestro les dictamos esto, vuestros hermanos y guías celestiales.
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